¿Cómo se llega a ser buen patrón en un barco? No basta con tener en la mano un flamante título de patrón de recreo para poder manejar una embarcación con confianza y dominio de la materia náutica. Los que hemos tenido la suerte de comenzar a navegar desde que éramos jóvenes, hemos pasado por todos los puestos en una embarcación hasta poder gobernar con confianza y seguridad un barco. Considero fundamental haber pasado por todos los puestos, comenzando por la proa y finalizando en la popa al cabo de los años y cuando estás preparado para ser patrón.

Lo primero que aprendes al comenzar a navegar suele ser la nomenclatura náutica, tan amplia que es un aprendizaje continuo, aunque lleves la mayor parte de tu vida navegando. Al ancla algunas veces le llaman arpeo, o incluso hierro; la vela de proa unas veces es un foque y otras es un génova; no confundas la braza del espínnaker con la escota; la caña no es lo mismo que la rueda, pero a veces en un barco con rueda te dicen a ver si quieres llevar la caña… No obstante, no tendría mayor importancia matizar tanto en esta materia, porque con los años y la experiencia vas aprendiendo a diferenciar unos términos de otros.

Lo segundo, y en mi opinión una de las asignaturas que se deben aprender obligatoriamente en un barco, es la manera de saber hacer los nudos básicos de forma correcta. He navegado con personas que llevan muchos años en este mundo, incluso buenos patrones de regatas, que en el momento de amarrar un cabo en una cornamusa o bien de hacer un ballestrinque con el cabo de una defensa, no saben hacerlo bien. Esto suele ser frecuente en personas que no han pisado la proa de un barco en su vida, es decir, que han comenzado a patronear un barco sin haber sido aprendices de marinero.

La tercera asignatura, y que tiene una relación directa con la cabuyería, es saber atracar y amarrar un barco correctamente. Igual que he escrito en el párrafo anterior, he navegado con buenos patrones, con experiencia, pero que en el momento de atracar un barco y dar en el orden correcto las amarras, se pierden como si fueran jóvenes e inexpertos. Esto suele ocurrir si no se ha tenido un buen maestro que les haya enseñado a hacerlo. Se ven situaciones como la de tener la popa del barco a tres metros del pantalán y hacer que un sufrido tripulante esté tirando como Popeye de la amarra dejándose los hígados en el intento, y es tan sencillo como ayudarse de una palada con el motor. Tampoco hay que tener miedo a repetir una maniobra si no ha salido a la primera. Con el amarre a una boya ocurre con mucha frecuencia que hay que repetir varias veces la aproximación porque hay viento o corriente, y no pasa nada. No se es peor patrón por intentar varias veces una maniobra que no sale bien a la primera.

La cuarta cuestión sería el manejo del compás y de la carta. Esto lo he escrito muchas veces, pero sigo insistiendo que para poder entender bien un Gps y una carta electrónica, hay que haber manejado una carta de papel. No vale no saber dónde estás, aunque sea una situación con un error de varias millas. El hecho de poder marcar un punto de estima en la carta, en base al rumbo y a la velocidad del barco, es básico. Podríamos preguntar al personal de Salvamento Marítimo cuántas veces han recibido una llamada de socorro en la cual el patrón del barco en apuros no sabía dar su situación, bien porque no la tenía o bien porque no sabía diferenciar la latitud de la longitud. Dar una situación de estima en el caso de una llamada de socorro puede ser algo tan simple como una demora a un punto destacado de la costa y una distancia aproximada. Además, si llevamos un RADAR o un AIS, no debemos limitarnos a encenderlo y a mirar la pantalla como hipnotizados con el plasma, sino que conviene saber manejar sus funciones más importantes.

Quinta cuestión: ¿conozco bien mi barco? Me contaba un inspector que al ir a pasar la revisión de una pequeña embarcación de motor, preguntó al patrón dónde estaban las válvulas de fondo, y éste no lo sabía… Los barcos hay que “destriparlos”, hay que conocer a fondo el barco, todos los infinitos huecos que éste tiene, el motor, el sistema eléctrico, la fontanería, los pasacascos, etc. Si te falla algo, debes saber dónde puede estar ese fallo, y sin conocer el barco, será imposible detectar aquella entrada de agua, ese fallo eléctrico o aquel otro ruido extraño.

Sexto y último: la seguridad. También he escrito varias veces sobre esto, pero es importante insistir en que el material de seguridad hay que conocerlo y saber utilizarlo. Cuando el tiempo se pone feo y conviene colocarse los chalecos salvavidas, éstos han de estar accesibles y todos los tripulantes deben estar instruidos en saber atárselos correctamente. El material pirotécnico, de peligroso manejo, también debe estar fácilmente accesible y conocer cuándo se lanza una bengala con paracaídas o se arroja una señal fumígena. También es fundamental saber utilizar la radio para hacer una llamada de emergencia. Es responsabilidad de un buen patrón el entrenamiento e instrucción de la tripulación en ésta materia.