Es día 1 de Abril de 2003 y amanece un día tranquilo en el mar. Navegamos a 3 nudos de velocidad y el rumbo que hacemos es 040º, que es un buen rumbo para aproximarnos a la ruta ortodromica, aunque en un barco de vela dependemos siempre de lo que decida Eolo.

En nuestro primer día de navegación hemos navegado 110 millas, lo que nos da un promedio de 4,5 nudos en 24 horas. Este promedio de velocidad tan bajo aún será mayor del que habremos conseguido al llegar a las islas Azores.

En el interior del barco aún se nota el calor caribeño puesto que no baja de los 28º de temperatura. En la cubierta se está mejor gracias a la brisa.

Aprovechamos la claridad del horizonte y la buena definición del sol, sin halos molestos, para ajustar y revisar los sextantes. Esta vez he traido mi fiable Freiberger con óptica Zeiss, una de las mejores del mundo. Por algo los oficiales de los submarinos alemanes llevaban binoculares de esta marca. En el viaje de ida había utilizado un sextante de plástico y, aunque como sextante de respeto está bien, nunca tiene la misma precisión que uno «de verdad».

Llega la noche y se produce un hecho de los que siempre alteran un poco el ritmo de vida a bordo: el inevitable adelanto horario. Como son seis horas de diferencia, aún nos quedan cinco horas más por adelantar. Lo bueno que tiene el adelanto respecto al atraso, es que te restas un poco de tiempo en la guardia, aunque al que descansa le fastidiamos una hora de sueño. Realmente son solamente veinte minutos ya que lo dividimos entre las tres guardias.

Esta noche se producen algunos chubascos pero sin importancia. El viento se entabla del NE, lo cual nos obliga a hacer un rumbo de 110º. Esto nos llevaría al Golfo de Guinea, pero evidentemente no vamos hacia allí. Habrá que tener paciencia y esperar un poco, porque en el Atlántico no te pones a dar bordadas como si estuvieras haciendo una navegación costera.

Tenemos algún problema con los winches. En el principal de estribor, el del génova, hemos tenido que anular el botón de la velocidad rápida (están movidos por un motor hidráulico). Al final cazaremos las velas al estilo clásico: con manivela y a mano. Esto es consecuencia de los meses que el barco ha pasado en el Caribe sin haberle hecho un mantenimiento correcto.

Los delfines, siempre acompañando a los barcos

Los delfines, a menudo acompañando al barco

Al mediodía hemos vuelto a repetir el promedio de ayer y no mejoramos la velocidad media. De todos modos no hay que impacientarse puesto que aún tendremos que entrar en la ruta de los vientos del Oeste que nos imprimirán más velocidad.

La siguiente noche tuvimos un pequeño percance con otro barco que venía dándonos la luz roja de costado. Al observar que no llevaba luces de tope, deducimos que también era un barco de vela. En un principio nosotros deberíamos de haber maniobrado ya que a él le dábamos la luz verde. Por si acaso, y para evitar confusiones, le llamamos por la radio Vhf para aclarar la maniobra y ver cuáles eran sus intenciones, no fuera a ser que nos metieran una virada justo cuando comenzáramos a maniobrarles. Al final ellos cayeron un poco a babor, facilitándonos nuestra maniobra, y pasamos por su proa, lo cual agradecimos para no tener que hacer una virada completa. Resultó que después de haber hablado en inglés ¡eran españoles como nosotros!

El barco en cuestión era un «Ovni 45», un barco objeto del deseo para cualquier navegante de altura. Son barcos construidos en aluminio, que tienen una bien ganada fama en lo que respecta a su robustez y buena calidad constructiva.

A las cuatro de la madrugada tuvimos otro percance, pero esta vez fué que se nos soltó el mosquetón del puño de driza de la trinqueta, lo cual nos obligó a arriarla. Además también se nos soltó el grillete del puño de escota de la mayor. Es la clásica sucesión de pequeñas averías que si ocurren con buen tiempo, como era el caso, no pasa nada. Al ser de noche, y para no complicarnos la vida, esperamos a que se hiciera de día para poner todo en su sitio. La ventaja que tiene un ketch es que puedes jugar con varias combinaciones de vela, y lo que hicimos fué desplegar un poco el génova y la mesana, con lo cual no perdimos demasiada velocidad.

(Continuará…)