31 de Marzo de 2003. Estoy a bordo de un «Jongert 20 DS», un barco construido en uno de los mejores astilleros del mundo, en Holanda.  Es del año 1983 y está un poco envejecido por el tiempo y, quizás, por haber sufrido varios cambios de propietario. Ya se sabe que no todo el mundo cuida a los barcos como deben de ser cuidados.

Y no me refiero a que haya que estar todo el tiempo sacando brillo a los metales y cepillando la cubierta, no. Me refiero a que un barco ha de ser mantenido debidamente, reparando y sustituyendo los elementos que se van deteriorando, además de, por supuesto, tenerlo siempre presentable.

Una de las cosas que más dicen del patrón de un barco de recreo es el primer vistazo que echamos a la cubierta de su barco. Un barco debidamente arranchado hará que inmediatamente podamos fiarnos de la persona que está al mando. Un barco con los cabos adujados de cualquier manera, las defensas caídas y otros desórdenes sobre la cubierta, hará que huyamos inmediatamente y sigamos paseando por el pantalán sin hacerle ni caso.

Volvamos a la historia, que al fin y al cabo, es una travesía más de las muchas que cualquier persona que navegue podría realizar algún día. De todos modos, lo que voy a relatar es una navegación en el sentido Este-Oeste, que suele ser la que muchos navegantes evitan, volviéndose en avión una vez que han llegado a alguna de las muchas islas del mar Caribe. También puedo decir que no es lo mismo hacer esta travesía durante el Invierno que en plena Primavera. Es más fácil tener condiciones duras durante el Invierno, evidentemente.

Largamos amarras del puerto de Charlotte Amalie, en la isla de Saint Thomas. Al poco de salir del puerto, y una vez izadas las velas, escuchamos un resoplido seguido de un surtidor de agua: una ballena con su cría. Serán las primeras ballenas que veremos, pero no las últimas. Durante toda la travesía nos acompañarán.

Charlotte Amalie, United States Virgin Islands

Charlotte Amalie, United States Virgin Islands (Photo credit: Wikipedia)

La primera noche es tranquila. Navegamos con la mayor y el génova, además de la mesana. La velocidad no superaba los 3 nudos. Mover un barco de 54 toneladas de desplazamiento no es fácil con una brisa tan ligera. Nos quedan varios días por delante y tampoco es cuestión de comenzar a consumir combustible tan pronto.

Al mediodía del 1 de Abril hemos navegado 110 millas, un promedio de 4,5 nudos. Aún no sabemos que ese promedio se va a reducir… Uno no puede prever los acontecimientos en un barco. Se sabe cuándo se largan amarras pero no cuándo se finaliza una travesía a vela.

Continuará