El escobén es el orificio del casco del buque, que unido por un tubo a la cubierta del mismo, sirve para que la cadena pueda salir hacia el exterior. Además sirve de alojamiento a la caña del ancla una vez está arriba.

Los escobenes parecen los ojos del buque cuando se le mira desde proa. Además de ojos también podrían ser los oídos puesto que existe una tradición en la marina mercante que habla de “radio escobén” refiriéndose a los rumores que corren por las cubiertas del barco cuando el marinero de guardia en el puente pone la antena, atento a los diálogos de los oficiales y del capitán.

A menudo se escuchan noticias relacionadas con las millas que faltan para llegar al puerto y poder desembarcar; sobre los relevos que habrá o no habrá en el próximo puerto de escala; sobre averías en la máquina o problemas diversos relacionados con la seguridad del buque, etc.

Esas noticias, que pasan por los oídos y salen por las bocas de todos, suelen llegar distorsionadas al último destinatario y lo que iba a ser una cosa al final parece otra.

También los escobenes han sido tradicionalmente lugares donde se escuchaban confidencias relatadas a la luz de la luna durante las tranquilas guardias bajo los foques y trinquetas de los buques de vela en latitudes tropicales. Seguro que algún motín famoso se fraguó también sobre aquellos “ojos” del buque.

Si el barco pudiera hablar o escribir todo lo escuchado en la proa, las novelas serían best-seller, igualando a las de los grandes novelistas del mar como Conrad, London o Verne.

Antiguamente los marineros se alojaban en el sollado de proa, al cual se accedía por el tambucho. Dicho sollado estaba junto a los escobenes, e incluso los propios tubos de los escobenes pasaban por el sollado, siendo confidentes involuntarios de los a menudo broncos diálogos entre aquellos rudos marineros.

Cuando vemos un barco que está levando el ancla y observamos que sale agua por los escobenes, es el agua de baldeo para lavar el fango que trae la cadena; pero a mí de pequeño me daba la sensación de que el barco lloraba, y quién sabe si realmente estaba triste porque dejaba la tierra a la cual había estado unido durante unos días…