Esta pregunta probablemente se la habrá hecho el propietario de una embarcación muchas veces: ¿está mi barco preparado para afrontar un temporal? La respuesta no la tiene nadie por mucho que un diseñador o un constructor de barcos, aparte de las sociedades clasificadoras, pretendan convencernos de ello. Esto podrá desanimar a muchos pero realmente no sabremos si nuestro barco resistirá al cien por cien hasta que se haya sufrido un temporal de verdad.

Es innegable que el factor humano hace que muchas veces se cometan fallos que pueden provocar la pérdida del buque. No somos máquinas, nos mareamos y sufrimos golpes a bordo. Además la presión psicológica de estar bajo la inmensa fuerza del mar, ante la cual el hombre no es más que una mota de polvo, hace que a veces se tomen decisiones erróneas.

Los barcos se pierden o sufren graves averías por muchos motivos en un temporal. Algunos ejemplos son  los siguientes:

  • Fallos estructurales

  • Fatiga y rotura del material

  • Rotura de aberturas (escotillas, portillos, manguerotes, etc.)

  • Inundaciones

  • Varadas en la costa

  • Incendios

Fallos estructurales. Quizá los más graves podrían ser roturas de cuadernas o baos por golpes contra el mar. La rotura de una cuaderna se puede producir al dar un fuerte pantocazo o caer el barco después del paso de una ola. La rotura de baos puede ser debido a una ola que embarquemos y hunda o arrastre parte de la cabina. Esto último ocurría a menudo en barcos de madera, cuyas superestructuras estaban clavadas o atornilladas a la cubierta. Actualmente, con los barcos de fibra de vidrio, la cubierta y la cabina suelen formar una única pieza y por ello sería muy difícil que esto ocurriera. También ha habido casos de buques de pesca que en altas latitudes han perdido el puente por un golpe de mar.

Fatiga y rotura de material. En un barco, aparte del casco que es el cuerpo principal de la embarcación, existen infinidad de elementos de maniobra que pueden sufrir desgaste por el uso continuado y por el envejecimiento. Hay infinidad de ejemplos en un barco.  Verbigracia, un fallo en un guardín del timón bajando el barco por la pendiente de una ola, podría provocar que se atraviese y como consecuencia vuelque. Una escota que se rompa justamente cuando necesitamos más velocidad para gobernar en un temporal, podría provocar también un desastre. Las velas también sufren mucho con los flameos y pueden romperse bajo un fuerte viento. Antiguamente, en los veleros de carga, se cambiaban las velas al  pasar las calmas ecuatoriales, para afrontar mejor los «rugientes cuarenta».

Rotura de aberturas del barco. ¿Cuántos portillos y escotillas tiene su barco? ¿Se ha parado a pensar que ocurriría si en algún momento se rompiera una escotilla cercana a la proa? No hay barco estanco salvo un submarino. Es prácticamente imposible que en un barco no se cuele el agua por algún resquicio de la cubierta. Las escotillas han de estar perfectamente cerradas en navegación, incluso con los pestillos  puestos, si disponen de ellos. Conviene vigilar las grietas que con el tiempo se producen en el metacrilato porque pueden debilitar la escotilla. Los cuarteles del tambucho de entrada a la cabina, también deben colocarse, y además se recomienda que estén amarrados mediante algún cabo a un punto fijo. La pérdida de un cuartel en pleno temporal podría suponer la inundación del barco.

Inundaciones. Frecuentemente se produce la inundación del barco por la rotura de una ola sobre la cubierta. Por eso es importante tener bien cerrado todo. Como hemos comentado antes,  era frecuente que a consecuencia de una ola, se barrieran casetas enteras de la cubierta. En yates de madera, a veces resultaba arrancada la cabina o parte de ella. También hay que tener en cuenta las inundaciones debidas a grifos de fondo mal cerrados o roturas de pasacascos.

Varadas en la costa. A consecuencia de un temporal, un barco puede verse arrastrado a la costa y varar. En muchos casos, los propios náufragos podrán salir por sus medios pero en ocasiones esto es imposible sin poner en riesgo sus vidas. ¿Qué podremos hacer si nos vemos empujados hacia aguas someras? Lo más usual será fondear y largar el máximo posible de cadena, confiando en que el ancla agarre bien al fondo. A menudo se producen roturas en las uñas del ancla o en los eslabones de la cadena. Si el fondeo en su conjunto está bien dimensionado, deberá aguantar. No obstante, han ocurrido casos en los que ha fallado la cadena o la propia ancla. No nos queda más que confiar en la solidez de los materiales.

Incendios. Producidos a menudo por cortocircuitos. Debemos tener en cuenta que cuando las olas barren continuamente la cubierta, es prácticamente imposible que el agua no se cuele por cualquier ranura y se dirija hacia algún componente eléctrico, generando un cortocircuito y el consecuente incendio.