Uno de los problemas a los que se enfrenta el patrón de un barco de recreo, sobre todo de vela, es hacer una buena elección de los tripulantes que van a acompañarle en sus navegaciones. Muchas veces nos formamos una idea de una persona, como en todos los ámbitos de la vida, y después de haber compartido con él unas cuantas jornadas de navegación nos damos cuenta de lo mucho o poco que vale como tripulante.

No hay nadie perfecto, por supuesto, pero a la persona que va a formar parte de una tripulación se le van a exigir un mínimo de cualidades. Estas cualidades se van adquiriendo a base de navegar, observando a los tripulantes veteranos y con experiencia,  y siempre que un tripulante tenga la inquietud de aprenderlas. Hay otras que dependen de la educación recibida desde pequeños. Estas suelen ser las más difíciles de adquirir.

Nombramos a continuación unas cuantas:

  • Disposición. No hay nada peor que un tripulante que se «escaquee» de sus labores, sobre todo de las menos gratas, como por ejemplo el arranchado del barco, la estiba, la limpieza, cocinar, el fregado de la vajilla, etc. Un buen tripulante debe saber en qué momento puede tomar la decisión de hacer una tarea a la que nadie más se quiere prestar. También debe saber cuándo se necesita echar una mano en una maniobra, sobre todo cuando ésta se ha complicado. He navegado con tripulantes profesionales, que eran muy buenos haciendo las maniobras, trimando las velas, llevando la navegación, etc., pero a la hora de colaborar con los demás, obtenían una calificación muy baja.

  • Buen carácter. En un barco, sobre todo en travesía, hay que convivir con personas de diferente carácter y con las manias y costumbres propias que todos tenemos. Si un tripulante se toma a mal cada vez que le echamos en cara algo que ha podido hacer de un modo erróneo, al final la convivencia será insoportable. Es muy aconsejable saber encajar las «broncas» que nos pueda echar el patrón en algún momento, ya que un buen patrón sabrá disculparse cuando haya podido exagerar en sus expresiones.

  • Buen humor. Esta es una cualidad que no todos tenemos pero que se agradece a bordo, sobre todo cuando se complican las cosas debido a averías, mal tiempo, accidentes, etc. Como en todos los ámbitos de nuestra vida, el saber «quitar hierro al asunto» con una frase adecuada, es un bálsamo que suele curar la «mala uva» que nos pueda surgir en una situación de ese tipo.

  • Saber cocinar. Cuando comemos bien, estamos contentos, y en un barco una de las peores labores que te puede tocar hacer es cocinar para cuatro o más personas. Un barco se mueve, hay poco espacio, si hace mal tiempo te mareas dentro de la cámara… En fín, cualquiera que haya tenido que cocinar en esas condiciones, sabe de lo que hablamos. Levantarte para la guardia y tener un termo preparado con café, té o un caldo bien caliente, no tiene precio. Saber que vas a comer un plato caliente, es otro aliciente para sobrellevar mejor las horas de guardia. Incluso cuando las condiciones empeoran y no se pude cocinar, unos bocadillos preparados con esmero se podrían pagar a un precio muy alto. Así que si alguna vez se ofrece alguien en vuestro barco como cocinero, y además es buena persona, no dudéis a la hora de enrolarle.

  • Ser ordenado. En un barco el espacio es muy reducido y por ello conviene no ir «sembrando» el espacio interior de prendas de ropa u otros objetos personales. En los barcos suele haber muchos espacios destinados a guardar la ropa y otras cosas, y por ello debemos de tenerlo en cuenta a la hora de estibar todos nuestros efectos personales. Además, los accesorios de maniobra (manivelas, cabos, tomadores, etc.) deberán de estar siempre estibados en su lugar para poder encontrarlos cuando se necesiten. Debemos de recordar también que una cubierta ordenada, sobre todo cuando el tiempo empeora, evitará que puedan irse cabos u otros objetos por la borda debido a las olas, con el consiguiente riesgo de enredarlos en la hélice o el timón, o simplemente de perderlos.

  • Conocimientos de mecánica y electrónica. El motor de un barco es uno de los componentes que nunca puede fallar por nuestra propia seguridad. Hacer un mantenimiento mínimo del mismo es imprescindible. No obstante, como todo elemento mecánico, siempre puede haber algún imprevisto y fallar en el momento más inesperado, poniendo al barco en una situación comprometida. Es cierto que en los barcos de vela siempre tenemos el recurso de la vela y así se ha navegado durante siglos, pero no es menos cierto que maniobrar en un puerto para atracar un barco a vela, no es nada sencillo. Además, una persona con conocimientos de mecánica, nos puede solucionar también las averías que se produzcan en elementos mecánicos como los winches, poleas, bombas de achique, nevera, etc. También, añadir unos conocimientos sobre electrónica, nos va a solucionar muchos problemas derivados del ambiente hostil al que se ven sometidos todos los aparatos del barco debido a la humedad y al salitre.

  • Conocimientos de navegación y de radiocomunicaciones. Aunque hoy en día utilizar un Gps no tiene demasiada dificultad, es necesario saber trazar una ruta para poder evitar las zonas peligrosas que puede haber cerca de la costa, o bien interpretar los partes meteorológicos y, en base a ellos, decidir la derrota a llevar en cada momento. También hay que saber manejar los libros de navegación como derroteros, libros de faros y libros de mareas. Además, en los barcos que disponen de aparatos como el Radar, el Ais o el Navtex, se debe saber configurarlos y manejarlos correctamente. La radio también es un aparato que se debe saber utilizar correctamente, pudiendo hacer las llamadas que correspondan en cada caso, e interpretando la información que nos llegará en equipos que disponen de Llamada Selectiva Digital. No se puede pensar que porque el patrón tenga conocimientos para esos equipos, ya podemos estar tranquilos. Cualquier indisposición de la persona responsable del barco, puede hacer necesario que otra persona se haga cargo de esas tareas.