Día 24 de Abril y vigésimoquinto día de travesía. Seguimos navegando con muy poco viento, y además una corriente nos hace derivar hacia el sureste a 1,5 nudos. Al amanecer, nos ha alcanzado un catamarán que había salido hace doce días de la isla de St. Martin. Esto nos desespera un poco más, ya que es evidente que no hemos navegado a la velocidad a la que deberíamos haber ido. Nos han contado a la voz que tenían una avería en el generador del motor y nos hemos despedido. Al menos ellos pueden utilizar el motor, nosotros no. Al mediodía calculamos que nos quedan solamente 341 millas hasta Horta.

Navegando de ceñida con viento fuerte. Fotografía: Alfonso Hernández

Navegando de ceñida con viento fuerte. Fotografía: Alfonso Hernández

Respecto a la tormenta tropical «Ana», ya se ha convertido en una borrasca y viene hacia nosotros. De hecho, se atisban unos cirros por el cielo, aviso de la llegada de cualquier borrasca. Por lo menos nos va a traer viento pero esperemos que no nos golpee demasiado, ya que con el estay en esas condiciones, no sería muy bueno. Al menos comemos bien: hoy pasta con verdura y helado.

Al día siguiente nos entra viento, pero al estar la borrasca un poco hacia el sur, el viento es del Nordeste y nos obliga a hacer un rumbo hacia el NNW, que no nos viene mal para ganar algo de latitud. Tenemos 22 nudos de viento por ahora. Esa misma tarde el viento sigue rolando hacia el Norte y nos obliga a virar y a hacer un rumbo Este pero un poco caídos respecto al rumbo que tendríamos que hacer. En parecidas condiciones navegamos el resto de la noche y al día siguiente.

En la siguiente noche vemos a un pesquero y tenemos que maniobrar varias veces, ya que hace un rumbo un poco errático. Más tarde nos llaman por la radio al vernos la bandera española y resulta  que eran gallegos. Nos da alegría encontrarnos con compatriotas en medio del océano. Al mediodía nos quedan únicamente 98 millas hasta nuestro destino. Vamos avanzando como tortugas. Esa noche, sin embargo, el viento refresca y nos permite hacer entre 5 y 6 nudos, con lo que vamos acortando la distancia al destino. Por la mañana, hacia las once, trasluchamos para pasar por el canal entre la isla de Pico y Faial. Al estar próximos a la bocana del puerto de Horta, arrancamos el motor, aunque sabemos que lo podremos tener únicamente para atracar. Observamos, de todos modos, que escupe algo de agua por el escape, así que por lo menos nos ayudará en la maniobra de atraque. A las 13-00h del día 30 de Abril estamos atracados en el muelle de Horta. El promedio de velocidad desde Charlotte Amalie ha sido únicamente de ¡3,13 nudos!

Al pisar tierra se nos mueve todo: el mareo de tierra normal después de 31 días de navegación ininterrumpida. El resto del día nos dedicamos a arranchar el barco y tiramos en un contenedor los 6 sacos industriales de basura acumulados después de tantos días. Después de una buena ducha, nos vamos a cenar a tierra para romper un poco con la rutina del barco.

Por fín pisamos tierra firme. En el muelle de Horta. Fotografía: Alfonso Hernández

Por fín pisamos tierra firme. En el muelle de Horta. Fotografía: Alfonso Hernández

El día 1 de Mayo es fiesta, como en muchos sitios, y no podemos más que subir al palo y hacer unas fotos de la avería para poder enseñarle mañana al del taller cómo está el asunto. También aprovechamos para hacer una limpieza general del barco, que también la necesita, y a descansar un poco. Por supuesto, visitamos el «Café Sport» de Peter. Yo ya lo conocía de otra escala en una travesía anterior que hice desde Santo Domingo hasta Almería. En aquella ocasión íbamos en un barco de regatas, muy espartano, y nos cogimos una pensión durante dos días para desconectar un poco del barco.

El día 2 de Mayo lo dedicamos casi todo a intentar solucionar la avería del estay. Después de un rato y de amarrar una driza al estay para izarlo un poco y poder aflojar el bulón, conseguimos sacarlo, pero nos resulta imposible meterlo del todo, no pasa mas que un poco de su longitud, probablemente debido a que está un poco doblado. Tendremos que meter un bulón algo más estrecho pero no tenemos a bordo y hay que comprarlo. Viene el mecánico al barco para llevarse la bomba de refrigeración, a ver si la puede arreglar.

Vista aérea hacia la popa. Fotografía: Alfonso Hernández

Vista aérea hacia la popa. Fotografía: Alfonso Hernández

Conseguimos finalmente fijar el estay, metiendo un bulón más fino, pero además seguiremos con éste, ya que, sobre todo, el problema es el perfil del genova, ya que para conseguir un repuesto tendríamos que esperar muchos días a que nos lo traigan desde Inglaterra y no queremos esperar más. Dejamos, de todos modos, una driza amarrada alrededor del mismo y encintada, un poco más abajo, por si se rompe el cable, que no caiga el estay sobre la cubierta. Nos arreglan también la bomba hidráulica para poder utilizar el enrollador de la mayor y los winches. Lo que vamos a tener que esperar es a la bomba de refrigeración, ya que después de desmontarla han visto que no tiene arreglo. Hay que pedir una nueva que no llegará hasta la semana que viene. Toca esperar y tener paciencia.

Vista de Horta desde el palo. Fotografía: Alfonso Hernández

Vista de Horta desde el palo. Fotografía: Alfonso Hernández

Mientras esperamos, aprovechamos para poner a punto alguna cosa más del barco, y Mauricio pinta en el muelle un dibujo para dejar un recuerdo, como hacen todos los barcos que pasan por allí. Al día siguiente, sábado, por fin llega la bomba, la montan y la probamos. Todo ok. Mañana iremos a hacer consumos a la gasolinera y después a largar amarras definitivamente.

(Continuará)