Estamos en la era de las nuevas tecnologías. Existen multitud de programas informáticos y aplicaciones para dispositivos móviles que nos facilitan la vida diaria. Las pantallas invaden nuestro entorno y es difícil no encontrarse una en cada sitio que visitamos. Parece increíble que aún hoy en día sigan ocurriendo accidentes en el mar con toda la tecnología que nos rodea.

A pesar de todo ello, siguen produciéndose abordajes entre buques, varadas, hundimientos y un sinfín de accidentes, debido principalmente a una mala interpretación de los aparatos para ayuda a la navegación.

Se han hecho pruebas para manejar los barcos sin que haya personal a bordo, al igual que existen automóviles que ya lo hacen. Ahora bien, ¿y si fallasen los sistemas de telecomunicaciones o la señal GPS no llegase a dichos buques? El buque podría quedar sin gobierno en una ruta programada de antemano, a una velocidad considerable y con el consiguiente peligro para los demás barcos. En ese caso, el gobierno del buque a mano solucionaría el problema.

También es cierto que los fallos humanos son los responsables de muchos accidentes, como comentábamos más arriba, debido a una mala interpretación de los aparatos de navegación. Un ejemplo sería el del Radar. Este aparato, una gran ayuda a la navegación, nos permite visualizar en la pantalla todo lo que esté dentro de su alcance y genere un buen reflejo o “eco”. Pero también puede dar lugar a una lectura errónea. Recientemente hubo un accidente en Noruega entre un buque de guerra y un mercante. Aparentemente los dos se habían visto en sus respectivas pantallas de Radar y de Ais, y tenían claro lo que debían hacer para evitar una colisión. A pesar de todo ello, el buque de guerra, que navegaba a gran velocidad por un canal angosto, no interpretó bien las señales y acabó siendo abordado por el mercante y embarrancado en la costa.

Es un solo ejemplo. A menudo se producen abordajes en el Estrecho de Gibraltar entre los numerosos ferrys que lo cruzan entre la costa española y la costa marroquí y los también numerosos barcos que pasan del Atlántico al Mediterráneo a diario.

Hace dos años me ocurrió una divertida anécdota en una embarcación de vela de unos amigos. Navegábamos de noche entre dos puertos cercanos, con la mar en calma y sin viento. Por ello íbamos navegando a motor. El barco de mis amigos disponía de la última tecnología ya que lo habían equipado con Radar, Ais, Gps, piloto automático, etc. En un momento dado, yo divisé unas luces por la proa, claramente de una embarcación que navegaba de vuelta encontrada hacia nosotros. Comenté en alto que se veía un barco, aún lejos, pero que venía hacia nuestra posición, aunque un poco caído hacia estribor del rumbo nuestro.

Seguimos navegando y de pronto comentó uno de los dueños del barco: “se ve un barco en la pantalla del radar por la proa”. Ese barco era el que había visto yo hacía un rato, sin necesidad del radar y a simple vista. Con esto quiero decir que a pesar de disponer de toda la tecnología posible, si no vigilamos con nuestros ojos y oídos y nos fiamos únicamente de los aparatos electrónicos, podemos llevarnos un buen susto. Todos sabemos que de vez en cuando los aparatos pueden fallar e incluso bloquearse como un ordenador, ya que la mayoría de ellos disponen de procesadores similares a los de los ordenadores.

Es interesante reseñar lo que dice al respecto el Reglamento internacional para prevenir los abordajes en la mar (RIPA), en la regla 5 sobre la vigilancia:
“Todos los buques mantendrán en todo momento una eficaz vigilancia visual y auditiva, utilizando asimismo todos los medios disponibles que sean apropiados a las circunstancias y condiciones del momento, para evaluar plenamente la situación y el riesgo de abordaje”.

En las Definiciones generales del RIPA, también hay una de ellas que contempla la situación de buques a la vista unos de otros:
“Se entenderá que los buques están a la vista uno del otro únicamente cuando uno pueda ser observado visualmente desde el otro”.

Por todo ello merece la pena que cuando naveguemos prestemos más atención a lo que nos rodea y no solamente a las pantallas de los aparatos electrónicos. De este modo podremos contribuir a la disminución de los accidentes marítimos.